Índice de contenidos
«Educando con los pies descalzos… entre los árboles caídos»
¿Habéis escuchado hablar del «trastorno por déficit de naturaleza»? Es un término de acuñó el escritor y periodista Richard Louv, en su libro «Last child in the woods», donde realiza una investigación sobre la separación de la naturaleza que han ido sufriendo los niños y niñas hasta nuestro tiempo actual. Las consecuencias negativas que de ello se desprenden, nos alienta a volver a disfrutar del entorno natural, y buscar la forma de aprender de la forma más sencilla, aprovechando sus recursos para enseñar a los niños y niñas a cuidarla, repetarla y darle el valor que se merece.
La naturaleza
Que tanto nos da y a la que nos hemos quitado de en medio. Como si se tratase de un «algo» con lo que no queremos tener ningún tipo de relación o contacto.
Nos hemos ido apartando cada vez más, protegiéndonos de ella, de sus cambios, de su temperatura, de sus olores y colores, y metiéndonos cada vez más en nuestras pequeñas cajitas de cemento, buscando lo racionalmente ideal.
Estar a una temperatura adecuada, no mojarnos cuando llueve, estar sentados en sofás ergonómicos y dormir con almohadas viscoelásticas.
Vestir bonitos trajes echos de poliéster con un pequeño toque de algodón.
Y racionalmente… nos hace sentir bien, que controlamos la situación, que no hay riesgos ni amenazas.
“Hoy en día, los chavales son conscientes de las amenazas globales contra el medio ambiente, pero su contacto físico, su intimidad con la naturaleza se están desvaneciendo”
Richard Louv
Pero ahora los sentimientos están a flor de piel y los sentidos están cómodamente aburridos en sus casas… ahora que no podemos salir, andar, ver los árboles. Nos damos cuenta de lo maravilloso del mundo ahí fuera.
NUESTRO CUERPO ES PARTE DE LA NATURALEZA, NOSOTROS FORMAMOS PARTE DE ELLA Y NOS HEMOS OLVIDADO.
Más arañas y menos pantallas
Nuestro niños y niñas parece que tienen un mundo a su alcance, dentro de su habitación, con muñecas de plástico y miles de juguetes y con miradas perdidas a las pantallas… y decimos “¡Mira que entretenid@ está!”
¿Y no pasa lo mismo en las aulas? Cuando todos los alumnos están sentados y “trabajando” y decimos “mira qué bien se portan y cuánto aprenden”
Pero cuando eres maestra y madre y además se te enciende un Pepito grillo en luz fluorescente que te dice ¿Y cuándo lo real?
Es cuando te viene el agobio y dices… ¡necesitamos un cambio!
Más lagartijas y menos fichas
«Los niños deben empezar a aprender en la naturaleza, no en el aula»
Francisco mora
Está claro que no se puede cambiar de repente lo que venimos haciendo hasta ahora, pero sí podemos utilizar todos los recursos que ofrece la naturaleza y aprovechar para llevarlos al aula, disfrutarlos, compartirlos, pedir la colaboración de las familias, para que salgan más al aire libre y luego lo compartan con sus compañeros.
Experimentar el color rojo de una amapola, olerla, tocar su peculiar tallo verde … y luego de esto, reforzarlo con una ficha o un dibujo, si es necesario.
“Para las nuevas generaciones, la naturaleza es más una abstracción que una realidad”
Richard Louv
Así es como el cerebro lo aprenderá para siempre, después de haberse sorprendido para llegar a la curiosidad de mirar, tocar y oler, de vivenciar con todos los sentidos.
Estamos privando a nuestras futuras generaciones de esta experiencia fundamental, de esta vinculación afectiva con la naturaleza, que nos permite luego cuidarla.
Si no empezamos con nuestros pequeñ@s a explorar la naturaleza y maravillarnos con ella al contemplarla con ojos de niño, ¿cómo pretendemos que cuiden algo que no conocen?
Y así es como empezamos a disfrutar más en la naturaleza, a pasar más tiempo “outdoor”, a llevar siempre en el maletero una manta para podernos sentar a hacer un picnic en cualquier parque natural.
Los niños no recuerdan su mejor día en Netflix
Y en ello estamos…
Mis hijas no dicen “¡éste ha sido el mejor día de mi vida!” después de ver dibujos en la televisión, pero sí después de haber tocado un poni, recogido hojas y palos, trepado árboles o construído cabañas con palos.

Tres actividades para hacer en casa, ¿te apuntas?
1.- Recoger hojas y decorarlas.
Material:
- Hojas
- Pinturas
- Pinceles
Colocar un mantel en la mesa y dejar que los niños decoren libremente las hojas y las cortezas, utilizando pinceles o también elementos pequeños de estampación o sus propios dedos.
Algo esencial es trasmitir el amor y el respeto, así que elegiremos las mejores hojas y cortezas, pero siempre, las que se hayan caído, sin cogerlas directamente del árbol.

2.- Decorar palos caídos.
Material:
- Palos caídos
- Pinceles
- Pintura
- Lana
- Abalorios para bisutería
- Plumas
Recoger palos y decorarlos con pintura, una vez seca la pintura, ponerle decoraciones con lana, plumas o bolitas.

3.- Comerse una zanahoria y plantarla.
Material:
- Un cuenco con un poco de agua
- Varias zanahorias
Tan fácil como comerse una zanahoria y utilizar la parte de arriba para ponerla en agua. Después, observar los cambios.
Posteriormente podemos plantarlas en una maceta, añadiendo abono y tierra enriquecida con sustrato ecológico.

Para inspirarme
- «Los últimos niños en el bosque» de Richard Louv
- «Neuroeducación» de Francisco Mora
Muy interesante, es necesario reconectarnos con el entorno y la naturaleza